domingo, 31 de enero de 2010

PAPELON

Al momento de postularse para el honor, que luego obtuvo y aceptó, de organizar un nuevo ciclo del tradicional certamen de regatas entre armadas de países sudamericanos en aguas del Atlántico sur, es de presumir que el Estado argentino había evaluado los gastos que iba a insumirle implementar esa tarea dignamente, en su doble calidad de participante y anfitrión.

Habrán cometido nuestras autoridades algún error contable y dieron, de pronto, sus narices de lleno contra la dura realidad de unas arcas pobres; o habrán pensado con insensatez nuestros burócratas de ayer y hoy que "el país no está para regatas".

O habrá la política metido una vez más la cola y nos hallamos ante una sutil maniobra de nuestro ministerio de Defensa para conseguir vaya a saber qué.

No interesa.

Lo único que interesa es el papelón mayúsculo que los argentinos estamos protagonizando con el retiro de nuestras embarcaciones del certamen por motivos aducidos de presupuesto.

Intriga saber por qué ese mismo presupuesto no alcanza para permitir que oficiales de la Armada asistan a un encuentro deportivo continental, pero sí alcanza, sin embargo, y con creces, para financiar a un corredor de Fórmula Uno que necesitaba dos millones de dólares para correr en Europa y los tuvo.

Por lo visto, el lobby de nuestras fuerzas de mar es menos pujante que el de nuestra muchachada tuerca.

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