El fuego, que de acuerdo a las pericias de la policía fueguina, fue provocado intencionalmente, no solo acabó con la delegación Río Grande de esa fuerza de seguridad, sino que, impide determinar si cargamentos de drogas depositados en el lugar a disposición de la justicia, fueron realmente consumidos por las llamas.
RIO GRANDE, el Jefe de la Policía, confirmando oficialmente la intencionalidad en el incendio de Gendarmería, fue la única voz oficial que se escuchó en relación a este siniestro.
Esto deja en el aire muchas dudas en relación a la real cantidad de droga secuestrada que se perdió, y sobre la cual no se pronunció la Justicia Federal ni las autoridades de Gendarmería que llevan a cabo reuniones con autoridades del municipio y del Gobierno con “muy bajo perfil”.A esto se suma la investigación policial sobre una fiesta que esa misma madrugada se habría realizado en el quincho de Gendarmería, y sobre la cual ninguno de los integrantes de esa fuerza hizo mención durante sus declaraciones testimoniales.
El contexto en el cual se produjo este siniestro resulta por demás sugestivo en razón de que esta semana se debe producir el cambio de mando en esta sección, con la salida del Comandante Juan Alberto Ibarra, quien sería reemplazado por Virgilio Ferreyra Ortellado, quien ya estaba instalado y perdió todas sus pertenencias en el fuego.
Estos dos efectivos se encuentran acompañados en la ciudad por el Jefe de la Agrupación Patagonia Austral de Río Gallegos, Comandante Mayor Pedro Chamorro, y el Jefe del Escuadrón 44 de Ushuaia, Carlos César Cáceres; llevando a cabo distintas reuniones institucionales con el municipio y el Gobierno, aunque con un “muy marcado bajo perfil”.
La llamativa actitud de los jefes además se condice con un absoluto silencio de radio y la intención de evitar las requisitorias de los medios de cualquier manera, cuando quedan muchos puntos por aclarar.
Solo trascendió por el momento que el saldo de lo perdido resulta inestimable, en relación a información que Gendarmería recopilaba respecto de tareas de inteligencia e investigaciones llevadas a cabo sobre narcotráfico en la ciudad y la provincia, así como también varios kilos de droga incautada en diversos procedimiento, y que se encontraban bajo resguardo en el destruido edificio.
Al respecto de la real cantidad de estupefaciente perdido en el incendio, ni Gendarmería ni el Juzgado Federal quisieron brindar información exacta respecto de un elemento de procedencia ilícita y que tiene un gran valor, tanto comercial como investigativo.
Tampoco se explica como desde el Juzgado Federal se habilitó tan rápidamente la limpieza del lugar que terminó de borrar cualquier rastro de lo que fuera el edificio.
Un detalle por demás sugestivo, y que trascendió de forma extraoficial, fue que esa misma madrugada de domingo, varios integrantes de la sección estuvieron participando de una fiesta en el quincho, que, casualmente, fue la única estructura que quedó en pie en todo el predio.
La fiesta aparentemente obedeció al paso y traslado de varios integrantes de Gendarmería hacia otros destinos que tiene la fuerza en todo el país, traslados entre los cuales se encuentra el propio jefe de sección, aunque el hermetismo que reina en torno a dicho evento no permitió confirmar si el propio Ibarra estuvo en esa fiesta ni hasta que hora se prolongó la misma.
El último detalle que termina de plagar de dudas la cuestión, es que desde el jefe de sección hasta el último gendarme llamado a prestar declaración testimonial en sede policial, no hizo alusión alguna a esta fiesta que se realizó en los momentos previos al incendio.
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