"Al poder le molestan los pobres movilizados"
La investigadora del CONICET analiza el fenómeno piquetero y habla de la metodología del poder para "criminalizar a los que se organizan".
"A partir de 1997, se desarrolla desde el poder político un discurso criminalizador y de rechazo a los piqueteros, un cuestionamiento del carácter auténtico de esa protesta", explicó la mujer.
El recrudecimiento de las protestas piqueteras durante las últimas semanas en Buenos Aires elevó una vez más las discusiones, cruces y acusaciones entre el oficialismo, la oposición y dirigentes sociales que encabezan los reclamos.
En ese contexto, la licenciada en Filosofía y doctora en Sociología Maristella Svampa, investigadora del CONICET que estudia desde los inicios el surgimiento de los movimientos piqueteros, analizó junto a Criticadigital las estrategias del poder para enfrentar a estos grupos y estigmatizar “al pobre que se organiza y moviliza”.
¿Cómo identifica el poder a los movimientos de desocupados?
A partir de 1997, se desarrolla desde el poder político un discurso criminalizador y de rechazo a los piqueteros, un cuestionamiento del carácter auténtico de esa protesta.
El discurso mediático buscó asimilarlos a un nuevo lumpen proletariado, a las nuevas clases peligrosas, subrayando su carácter violento, asistencialista y dependiente del Estado; definiéndolos como “no trabajadores”, cuando en realidad las organizaciones piqueteras realizan una labor comunitaria en los barrios.
Pero la táctica de criminalizar la protesta comenzó con el propio origen de los piqueteros, durante el Gobierno de Carlos Menem, en 1996.
¿Cuál fue la relación de Néstor Kirchner con las organizaciones sociales?
Con su asunción, en el 2003, se da un punto de inflexión porque es el primer Gobierno que a ese nivel divide el espacio piquetero.
Kirchner recupera e integra a las organizaciones que se reconocen en la tradición de lo nacional popular.
Además, desde el poder crea y alimenta otras organizaciones como el MTD Evita y otros movimientos claramente oficialistas.
Así y todo, Kirchner desarrolló una estrategia basada en el disciplinamiento, orientada a la judicialización del conflicto social.
Por un lado, dijo claramente que no iba a reprimir, pero a cambio aumentaron los procesos penales, acompañados por una andanada mediática de estigmatización de las organizaciones.
El campo piquetero siempre fue heterogéneo.
Y desde el acceso de Kirchner al poder, muchos movimientos de desocupados quedaron presos del esquema gobierno/oposición y no pudieron salir de esa limitación.
Entonces, los piqueteros opositores sufrieron un proceso de debilitamiento en el momento de mayor consolidación del poder del ex presidente.
Debieron retirarse del espacio público, pero continuaron trabajando encapsulados en los barrios desde el 2005.
¿Qué los hace volver a escena este año?
El agravamiento de las condiciones de pobreza y el aumento del desempleo por el impacto de la crisis nacional y global hizo que los piqueteros desarrollaran un nuevo protagonismo.
Así, volvieron a realizar sus reclamos en el espacio público.
No olvidemos que éste fue recuperado como lugar de expresión de los conflictos en el 2001, luego de que en la década del 90 éste apareciera vaciado de su potencialidad antagonista.
MÁS DE UNA DÉCADA EN LA RUTA Y LA CALLE
¿Cúando y cómo surgió el movimiento piquetero?
Crecen al calor de la fuerte ola de exclusión que se generó en los años 90, en el marco de una sociedad excluyente.
Los primeros piquetes surgen en las localidades petroleras: de Cultral Co, en 1996 y General Mosconi en 1997.
Son levantamientos de los pueblos petroleros tras la fuerte ola de despidos generada por la privatización de YPF.
Luego, la forma que asumen estos conflictos del interior será tomada como ejemplo por las incipientes organizaciones territoriales del conurbano bonaerense, que ven en estos levantamientos comunitarios un lugar en el cual reflejarse como desocupados que reclaman dignidad y trabajo.
Por esos mismos años se consolidan las dos corrientes piqueteras: las ligadas a un trabajo sindical como el FTV de Luis D´Elía y la CCC de Carlos Alderete, en La Matanza.
Por otra parte, las organizaciones autónomas como los MTD del sur del Conurbano, se mantienen fuera del sistema político tradicional.
Así, sostienen una crítica muy dura al clientelismo peronista.
¿Qué ocurrió luego del estallido del 2.001?
En ese año, los piqueteros irrumpen en la escena nacional cuando llevan sus protestas desde el interior y desde el conurbano hasta Capital Federal.
Esta entrada a los espacios tradicionales de la política trajo situaciones ambivalentes.
Por un lado permitió solidaridad con otras organizaciones sociales porteñas, como las asambleas barriales.
Pero también la multiplicación de cortes, acampes y ocupaciones desató una andanada descalificadora y una primera gran ola de estigmatización mediática y social.
EL NUEVO ACTOR SOCIAL
¿Cómo califica la relación entre los piqueteros y la clase media?
Hasta el 2.001, las capas medias no aceptaron a los piqueteros, quienes se impusieron por sus reclamos en el contexto de pobreza generalizada.
La criminalización brotaba de cualquier persona de clase media que emitía una opinión.
Desde el 2.002 hay un período de breve romance entre "Piquetes y Cacerolas".
Esas relaciones de solidaridad permanecieron en el campo militante: en las organizaciones culturales, sindicalismo combativo, partidos de izquierda, organismos de derechos humanos, algunos intelectuales que siempre buscaron desarrollar lazos de solidaridad con estos movimientos.
Desde el 2003, con la salida de la crisis económica, se acrecienta el discurso de rechazo y de cuestionamiento del carácter auténtico de esa protesta.
Se los asimila con “lo lumpen” diferente a la clase trabajadora clásica y se difunde un estereotipo del “piquetero violento”.
¿Se puede hablar de una identidad piquetera?
Es un nuevo actor con otro tipo de organización que se expresa en la acción directa.
Cuando ocupa el espacio público lo hace de un modo plebeyo, este es un rasgo que atraviesa las clases populares en el país.
Este proletariado plebeyo se distancia de la clase trabajadora ligada a sindicatos.
El elemento organizador no es lo sindical, sino lo territorial.
Lo lamentable es que los puentes entre los diferentes sectores del mundo popular sean tan pocos o se corten tan fácilmente.
En ese sentido, la CGT, por ejemplo, siempre fue ajena a esto.
Es más, contribuyó a estigmatizar a este proletariado plebeyo.
Seguramente, Hugo Moyano no se olvidará jamás que los piqueteros no le permitieron hablar en la Asamblea Piquetera de La Matanza, realizada en 2.001.
LA BANDERA DE LA ECOLOGÍA
¿Cuál es la situación de los lazos sociales en los pueblos del interior?
Hay una explosión del conflicto socioambiental que se originó en 2.003 con el plebiscito en el que los ciudadanos de Esquel le dijeron “No” a una mina.
Y posteriormente con el surgimiento de más de 70 asambleas en contra de la minería trasnacional en todo el interior.
Es un conflicto territorial, que se da en las pequeñas ciudades del interior a partir de la expansión de un tipo de minería, que tiene graves consecuencias socioambientales .
En términos generales, en toda América Latina asistimos a una nueva inflexión del capital en la cual el control de los recursos naturales deviene estratégico, porque son cada vez más escasos.
Esto se manifiesta a través de la expansión hacia territorios antes consideradas improductivos: expansión de la frontera sojera, minera, forestal, etc.
En esta guerra por los bienes comunes, la asimetría de poder parece ser muy grande porque hay detrás empresas trasnacionales.
Los actores internacionales, las mineras, se presentan en alianza estratégica con gobiernos provinciales y nacionales.
Así desde el gobierno nacional avalaron la continuidad del proyecto minero desde la década del 90 hasta los Kirchner, que en el 2.004 declararon al plan minero como un proyecto estratégico de su gestión.
Y Cristina Fernández con su veto a la Ley de glaciares mostró claramente el aval al proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario