Desde hace varias semanas comenzó a ser casi un lugar común de todos los análisis políticos, la expresión “vendrá un estallido” cuyo vocablo principal ahora está más cerca que nunca, tanto como para decir que desde la semana pasada se inició una serie de acontecimientos, marchas y contramarchas y disidencias en el seno del gobierno, que indican que son el punto de partida para pasar del “estallido” a una situación de caos.
Es decir, hacia una escala superior y final de la anarquía cuya esencia y síntomas pasaron a formar parte de las inquietudes cotidianas.
Tres factores principales pero no excluyentes
Para ser más concretos, diremos para comenzar que son tres los factores principales de este estado de cosas, aunque no son excluyentes y con el correr de los días pasarán a engrosar un escenario que a esta altura de los acontecimientos muestra los signos evidentes del descontrol.
Esos tres factores, que analizaremos uno detrás del otro para pasar luego hacia una probable descripción de lo que nos espera, son los siguientes:
1) la enfermedad del ex presidente de la República, hoy diputado nacional electo y personaje de la máxima influencia dentro del gobierno;
2) las disidencias internas producidas desde hace muy pocos días en la cúpula del poder que por primera vez enfrentaron a Cristina Fernández con el verdadero manipulador de la política oficial, Néstor Carlos Kirchner y
3) la existencia de un proyecto destinado a despejar el camino hacia el poder total al margen de cualquier contenido institucional aunque con un cierto esfuerzo de disfrazarlo como legítimo y necesario.
Respecto de la salud de Néstor Carlos Kirchner, diremos que según fuentes seguras y algo más que cercanas a la Casa Rosada o la Quinta de Olivos - como se prefiera - se asegura que el santacruceño como derivación del “stress” que le produce una cierta noción de la realidad política y de cuáles podrían ser las consecuencias de una debacle para su persona, familia y amigos, tuvo una recaída de su vieja dolencia del colon que desde hace casi un mes se profundiza hasta tal punto que llegó a rozar su estabilidad cardíaca pero aceleró notablemente su nerviosismo, lo que constituye algo más que un detalle por su estilo y forma de concebir pasos políticos de extraordinaria y audacia y carencia del límites.
Precisamente, los padecimientos que soporta fueron los que impidieron que concurra al acto por el cual se resolvió rechazarle la renuncia a la presidencia del PJ, un cargo que existe nominalmente pero que en los hechos hora a hora se debilita en un vaciamiento que parece incontenible.
A la inversa de esta situación, la mente de Kirchner se acelera y como lo vamos a ver más adelante, planifica maniobras que van desde una eventual pero conversada visita al país del venezolano Hugo Chávez hasta la posibilidad de que una vez asumida su banca, se haga designar presidente de la Cámara de Diputados de la Nación para acercarse legalmente hacia una hipotética cercanía al orden sucesorio con miras a la creación de otro conflicto que tenga como meta al Sillón de Rivadavia.
Pese a lo absurdo, este tema ha sido motivo de un debate secreto hasta tal punto, que el suspendido acto previsto inicialmente para el 20 de este mes formaba parte de la estrategia puesta en movimiento.
Dudas sobre Moyano
Esto que dejamos consignado fue uno de los temas conflictivos en la discusión habida entre Cristina y Néstor, discusión que posee otros componentes como por ejemplo, la idea de hacer un gran acto posterior que debía concretarse casi inmediatamente después pero que se levantó luego de que Carlos Zannini quien desde la Secretaría General de la Presidencia maneja un aceitado servicio de inteligencia, informara que el acto oficialista podría generar enfrentamientos internos signados por una confusión y dudas fundadas que afectan el ánimo de los protagonistas de este desorden institucional.
Más aún, en voz muy baja se llegó a sostener que había que desconfiar de la posición final que adoptará el jefe de la CGT, Hugo Moyano, en ese juego de indefiniciones por un lado, manejos desmedidos por el otro, además del apartamiento de todas las normas constitucionales.
Pero las dudas sobre Moyano no son las únicas que ingresaron en el terreno de las especulaciones kirchneristas.
Según parece, existen otros pasos concurrentes que son conversados intensamente entre el vicepresidente de Bolivia, el marxista García Linera - verdadero jefe político del gobierno boliviano - con el piquetero oficialista Luis D’Elía quien es uno de sus principales contactos, tanto en lo que se refiere a las medidas tácticas en consonancia con Milagro Sala como para la organización de actos públicos, concentraciones y marchas en la Capital Federal y otros puntos de la Argentina.
D’Elía también acuerda con Chávez aunque jerárquicamente los vínculos con éste están a cargo de Cristina y Néstor y el proyecto consiste - todavía en tiempo presente - en preparar un gran desorden contestatario que debe o debería culminar en algo así como un golpe de mano interno que apunte a desconocer el funcionamiento del Congreso que obviamente no será convocado después del 10 de diciembre.
Según parece, el plan habría alarmado hasta al propio Hugo Chávez quien anticipó que "por el momento" no vendría a Buenos Aires a respaldar a sus aliados ideológicos y estratégicos, por cuento estaba aferrado a una peligrosa evolución de su enfrentamiento con Colombia.
De acuerdo con fuentes seguras, esto no sería tan así por cuanto Chávez podría volverse rápidamente a su país si se presentaba una agudización de la crisis internacional que él mismo parece buscar para fortalecer su frente interno, pero lo cierto es que el "comandante" tiene previsto firmar antes de fin de año un convenio con los Kirchner para comprar agua dulce proveniente de cursos de agua - el Río Paraná, por ejemplo - espejos lacustres sureños, para paliar el problema por la falta de agua faltante en su propia tierra.
Así las cosas, otra faceta del proyecto "quedantista" se orienta a extender el descontrol de la violencia en dos niveles distintos:
uno, el Congreso de la Nación para forzar la máquina que facilite mantener el control de las autoridades de ambas Cámaras, lo que será el germen de una agudización del conflicto pues políticamente es virtualmente imposible forzar el alejamiento del vicepresidente Cobos.
La otra faceta es la violencia misma.
A esos efectos, el gobierno espera la realización de la concentración que diversos sectores de la vida nacional - especialmente el campo, al que Néstor Carlos le tiene terror - para medir la viabilidad del otro paso que es desatar la “ingobernabilidad” de la República.
Si las circunstancias lo permitieran, la idea es la declarar el “estado de sitio” para hacerse de la suma del poder público pero entonces surge la pregunta:
¿Con que fuerza contaría el gobierno para enfrentar esta escalada?
De todos modos, como la inexistencia de límites, la amplitud de la imaginación y las ansias de poder del Kirchnerismo es infinita a lo que se suma sus fundados temores acerca del futuro que le espera, todo nos lleva a pensar que si esto que sucintamente dejamos descripto evoluciona de la mano de los Kunkel, Parrilli, Zannini, D’Elía, Pérsico, Sala y otros que ya trabajan en ciertas villas de emergencia, nos espera un final de año como nunca vimos en la Argentina moderna.
Los cortes de luz, las manifestaciones, la inseguridad que crece incontenible, la fuga de capitales y la desinversión, el desorden administrativo, la desocupación y la incapacidad, son las principales señales de que el caos ha comenzado.
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