Oyarbide mete a Scioli en la causa de la mafia de los medicamentos
Coincidencias: mientras el gobernador intentaba nuevamente diferenciarse de Kirchner, la justicia ordeno la detención del ex segundo de Zin.
En política hay que desconfiar de las coincidencias.
Daniel Scioli viene rodando cuesta abajo en las encuestas a medida que los bonaerenses toman conciencia de que la política de seguridad provincial simplemente no existe.
Para intentar salir de su agonía, el gobernador empezó a diferenciarse mediáticamente del kirchnerismo, hablando de mano dura y proponiendo reformas legales que repugnan ideológicamente a la Casa Rosada.
Al mismo tiempo, Kirchner se sorprendió -y no gratamente- cuando el Senado bonaerense, con la connivencia de Scioli y su Vice Alberto Balestrini, introdujo en la reforma política provincial la posibilidad de desacoplar las internas abiertas locales de las nacionales.
Todo un mensaje que el ex presidente entendió.
Horas más tarde, operadores de prensa de la gobernación hicieron trascender en algunos medios que Scioli “tomaba distancia del kirchnerismo”.
Para algunos la respuesta llegó ayer, cuando el Juez Federal Norberto Oyarbide -en el marco de la investigación de la mafia de los medicamentos- ordenó la captura del ex Subsecretario de Control y Fiscalización Sanitaria del Ministerio de Salud bonaerense, Alberto Costa.
Así es que la gestión Scioli queda ahora involucrada en la causa judicial más trascendente de los últimos tiempos.
El Ministro de Salud, Claudio Zin, le había pedido la renuncia a Costa el 7 de septiembre pasado, luego de que Oyarbide lo mencionara como implicado en la investigación.
A toda Costa
Costa es un ladero de Juan José Mussi, el eterno intendente de Berazategui, durante 8 años en los que se desempeñó como Ministro de Salud de Eduardo Duhalde cuando era gobernador.
Su antecesor en ese ministerio había sido Ginés González García, que durante la década del 90 fue excluido por el menemismo de todo cargo a nivel nacional y provincial.
Claudio Zin intentó entonces desentenderse, a través del pedido de renuncia, de su segundo Costa, sosteniendo que las relaciones de éste con Néstor Lorenzo, dueño de la droguería San Javier, no lo comprometen.
La detención de Juan José Zanola y Néstor Lorenzo puede cambiar este panorama.
Pero se olvida Zin de que su jefe de gabinete de asesores, es decir, su colaborador más directo, Jorge Goñi, fue colocado en ese lugar por Costa.
Éste hacía y deshacía en el Ministerio, porque representaba a los dueños de la caja.
Como ejemplo vale una anécdota.
Cuando asumió como Ministro de Salud, Zin se sentó en su despacho y empezó a diagramar su futuro gabinete.
Pocos minutos después, recibió una llamada telefónica de alguien al que no le podía decir que no.
El “pedido” era que el Subsecretario Costa debía quedar en su cargo y con plenas facultades para seguir manejando las compras.
Y así fue como las compras de la gestión Zin quedaron en manos de Costa, pero éste no pudo escapar a sus responsabilidades como ministro.
La adquisición de abundantes partidas de remedios truchos a San Javier y otras droguerías investigadas por Oyarbide habría formado parte de esta operatoria.
Carísimo Tamiflu
Pero las nuevas pesquisas judiciales irían más lejos.
Durante la crisis de la gripe porcina, la Gobernación decidió comprar una enorme cantidad de unidades de Tamiflu -medicamento hoy muy cuestionado- con un sobreprecio de cerca del 300%.
Todo esto por compra directa y justificado por razones de urgencia.
El caso Tamiflu podría ser ahora las punta del iceberg de una madeja de corrupción en la gestión Scioli.
Con marcada lentitud de reflejos, Scioli dejó trascender recién en las últimas semanas que Zin volvía a su domicilio.
El ministro era parte de sus acuerdos con Daniel Hadad y un poderoso grupo de lobistas.
Como una de las contrapartidas por el nombramiento de Zin, la empresa de control de daños de imagen A.R., que dirige Alejandra Rafuls, se ocupa de hacer lobby ante la prensa por el gobernador.
Ahora, como Macri con el comisario Palacios y su red, Scioli puede empezar a quedar atrapado en la telaraña de las compras de partidas de medicamentos robadas por piratas del asfalto.
Sin olvidar al Tamiflu pagado a precio de oro.
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