De entre las múltiples falencias nuestras, los analistas psicólogos y sociólogos creo que se han olvidado de la OCIOSIDAD.
Parecemos muy activos pero sólo es una hiperkinesis histérica e improductiva.
Mucho hablamos, discutimos y vociferamos, pero nos cuesta realizar y concretar, no hacemos o dejamos a medio hacer, sin constancia y perseverancia.
No me refiero al ocio contemplativo que ha producido los más grandes pensamientos y descubrimientos a lo largo de toda la historia humana, sino a esa enfermedad que viene del lado oscuro del alma y que termina anulando la voluntad, esa indiferencia y pasividad ante el mundo, la vida y la misma condición de la especie, ese dejarse estar sin metas ni propósitos y arrastrar por ese río de la existencia, sin preguntas, sin curiosidad.
La mentalidad abstracta es muy importante en los procesos de análisis, investigación y planeamiento, pero resulta estéril si no se complementa con un sentido realizador, de criterio práctico y aplicado a la realidad de las cosas en un mundo externo concreto y variable.
No vamos a repetir la remanida sentencia de Ortega y Gasset sobre nosotros los argentinos.
Tenía razón, pero él también fue bastante abstracto y no dijo por qué no “podemos ir a las cosas”.
La realidad es que no vamos porque no queremos, y no queremos por ociosos y holgazanes.
En nuestra realidad cotidiana el ocio y el desgano tiene muchas manifestaciones como el “no te metás”, el “laissez faire”, “dejá el mundo como está”, “no es asunto nuestro”, “mejor lo importamos o lo privatizamos”, “esto no tiene solución”, “ya todo está inventado”, etcétera.
Lo curioso es que generalmente, los argentinos que van al exterior a probar suerte suelen destacarse por su ingenio, iniciativa, rendimiento, conceptos y calificaciones.
¿Por qué?, tal vez somos duales, especuladores y astutos.
Pero no, la verdad es que somos holgazanes acá, en nuestra Patria, el mundo del paternalismo, los subsidios y la demagogia populista, pero cuando debemos lidiar con la competencia en un país extraño e indiferente empleamos toda nuestra capacidad, potencialidad y empeño en superarnos.
¿Por qué no actuamos así ACÁ, en nuestra Patria, en lo nuestro, en lo que nos debe ser amado?
La respuesta puede tal vez dejarnos mal parados; quiero ensayar una tesis, una opinión sobre las causas posibles, a saber:
a-Existencia de un Estado que permite y alienta políticas demagógicas y especulativas cuyo único fin es la permanencia en el poder.
b) Inexistencia de planes educativos basados en el PATRIOTISMO Y LOS VALORES ÉTICOS Y MORALES. En el bien y bienestar del conjunto por sobre los intereses individuales.
c) La existencia y predominio de teorías y prácticas económicas por las que se enaltece y promueve todo lo extranjero produciendo en la psique colectiva la sensación de inferioridad, la auto calificación de ineptos e incompetentes y la desconfianza de nuestras capacidades latentes y posibles.
Y es por todo este sentimiento de inferioridad que odiamos toda clase o forma de excelencia y superación prefiriendo permanecer en la mediocridad, y seguimos diciendo “está todo inventado, los ingleses o los chinos lo hacen mejor”.
Esto es falta de orgullo de ser argentinos, de amor propio y respeto por uno mismo. Uno de los males que carcome a la Argentina que nos mantiene paralizados en un estéril punto muerto.
Nuestra historia reciente está plagada de problemas que en lugar de ser resueltos, se ningunearon y olvidaron, Algunos ejemplos:
LOS FERROCARRILES. Un importante factor de integración territorial, cultural y económico; las arterias por donde circula el esfuerzo y la riqueza de la Nación; el sistema de transporte terrestre más económico.
Era deficitario.
Entonces liquidamos los ferrocarriles y los cerramos sin más trámites.
Fue más fácil que ponerse a trabajar y buscarles una solución.
LAS FUENTES ENERGÉTICAS.
No es difícil deducir que constituyen la vida, la fuerza y el motor que mueve al país en lo material, económico y laboral.
La nación que posee y dispone de energía propia puede llamarse privilegiada y predestinada a un destino feliz y ponderable.
La nación que se desprende de esta fuente de progreso linda con lo suicida y una incomprensible auto castración.
Y.P.F., Gas del Estado y Electricidad. Andaban mal, deficitarias y estancadas. La burocracia estatal y sindical, mas la ausencia de un serio plan energético nacional de mediano y largo plazo, las dejaron paralizadas, ineficientes.
¿Qué hicimos en lugar de trabajar y empeñar nuestra materia gris para mejorarla, erradicar sus vicios estructurales y actualizarlas técnicamente?
NADA, Sencillamente las remataron, concesionaron o vendieron a precio vil.
Se las sacaron de encima.
Un problema menos.
No sea cosa que ha nuestros dirigentes los obligaran a ponerse a pensar, remar y trajinar en bien del país y su pueblo
Lo mismo podrá decirse del sistema aeroportuario, Aerolíneas Argentinas, las industrias para la Defensa y el Servicio Militar Obligatorio (S.M.O.)
EL S.M.O.-
La supresión de este importante instituto de la nación, factor relevante en la integración de la nacionalidad y como crisol de distintas razas, culturas amalgamadas y fundidas en un espíritu tras una única bandera.
La supresión de este gran acierto de nuestros ancestros fue una de las tantas “genialidades” del gran sultán de Anillaco, cholulo apátrida que prefería el golf, los automóviles de carrera y las “relaciones carnales” con los piratas y mascagomas que PONERSE A TRABAJAR, mejorar, reorganizar y aggiornar esta Institución que fue tan útil al país en su momento y que, no obstante su desgaste y desviaciones, ameritaba un esfuerzo por mantenerla.
Aprovechando el lamentable hecho puntual de un grave abuso de autoridad, ¿qué hace?, muy simple, anula y barre de un plumazo con el S.M.O. sin realizar un balance objetivo de sus históricos beneficios y perjuicios.
¿Por qué este pariente de Alí Babá no cerró también el Congreso?
¿Acaso no existían legisladores corruptos, o también el Poder Judicial, o es que no había magistrados infieles y venales?
O ¿por qué no cerrar también a la Policía ya sabido que no todos los agentes son la Madre Teresa?
Cerremos la casa Rosada y pongamos en su lugar un shopping, habido cuenta que la pobre ha sido testigo de tantos escándalos y traiciones.
Conclusión.
Si seguimos desguazando así al país volveremos a la época de Juan Díaz de Solís o don Pedro de Mendoza.
Seremos un gran agujero vacío en medio del planisferio.
¡No señor!
No es cuestión de dejarse estar, mirar para otro lado, lamentarse, dormir la siesta esperando que las empresas filantrópicas extrajeras vengan “desinteresadamente” a ayudarnos.
Hay mucho por hacer para salvar a la República herida y decadente.
Trabajar, transpirar y aprovechar sus potencialidades y ponerla al nivel internacional que le corresponde.
Pongamos a nuestra Patria a andar, ya, antes que la terminen de devastar y poner de rodillas los autores iluminados de esa profunda e inteligente sentencia que dice:
“RAMAL QUE PARA, RAMAL QUE SE CIERRA”.
Guillermo Illuminati
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