martes, 23 de febrero de 2010

DEFENSA Y ESTRATEGIA INTERNACIONAL

Defensa y estrategia internacional

¿Qué tipo de modelo de defensa es el que busca la Argentina para las próximas décadas?

¿Cuál es la relación entre política exterior y política de defensa?

¿Cómo debe ser el sistema de defensa nacional para colaborar con el éxito de la estrategia internacional de la Nación?

Lejos de caer en la tentación de imitar la reestructuración de la defensa de grandes potencias -por caso, EE.UU. y Reino Unido-, resulta de sumo interés comparar nuestra realidad con la experiencia de algunas "potencias intermedias" que se le asemejan.

Australia, Canadá, España, Sudáfrica, Chile y Brasil se propusieron proyectar y aumentar sus capacidades militares con un bajo perfil, aunque funcional y en línea con la política exterior.

Cada uno de estos países se propuso una política de defensa, erigida como pilar fundamental en la estrategia de desarrollo nacional, de crecimiento económico y de inserción en el mundo.

¿Cómo lo implementaron?

Resaltando la crucial importancia de la tarea que las FF.AA. realizan para proteger a la Nación en caso de guerra, preservar sus rutas navegables y sus recursos económicos, interactuar con la diplomacia nacional, participar en la seguridad internacional dentro de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, de la ONU, y cooperar con otras naciones en operaciones combinadas, entre otras tareas.

A pesar de los compromisos internacionales, la Argentina no cuenta hoy con un sistema de defensa moderno, disuasivo y creíble.

Hay quienes sostienen que el país no será blanco de una agresión externa ni necesita de sus FF.AA.

Incluso hay dudas acerca de quién es el enemigo, de qué hay que protegerse.

De ahí que las cuestiones de defensa tengan poco rating entre las prioridades nacionales, y queden relegadas a un puesto insignificante dentro de la puja de poder interburocrática del Estado.

La defensa es vista como un "gasto" y no como una "inversión", pues en la óptica de algunos no otorga dividendos.

La opinión pública desconoce la utilidad del gasto de sus impuestos en las FF.AA. y cuál es hoy la función de éstas en la sociedad.

Al no tener definidas las bases de un modelo de proyecto de estrategia y de seguridad nacional, un país tampoco sabe qué "defiende" su defensa nacional.

Esto es causa de un profundo desinterés y hasta del desconocimiento de la oportunidad y del acervo que representan los militares en la estrategia de desarrollo nacional en los tiempos que corren.

Sin embargo, ¿en qué puede contribuir la defensa argentina en la coyuntura actual?

No hay en el Estado una simbiosis entre la política de defensa y la política exterior capaz de articular pautas de seguridad nacional que se erijan como una herramienta de posicionamiento estratégico del país de cara al mundo.

La Argentina dispone de agregadurías militares y de defensa en las embajadas; sus FF.AA. realizan ejercicios combinados con otros países y participan en misiones de paz, todo lo cual contribuye a, más que prestigio y experiencia, detentar recursos que son un apéndice de una política exterior que le asigna un rol clave.

Asimismo, los militares custodian los intereses económicos, pues brindan seguridad tanto en el espacio marítimo como en el aéreo nacional, siendo que por ambos circula el comercio exterior, las comunicaciones electrónicas globales del Estado, el transporte aéreo, así como innumerables amenazas de carácter transnacional.

La industria militar representa un enclave de la economía que merece la debida atención en virtud de los avances en tecnología que hasta podría exportarse.

La "tercerización" del mantenimiento del equipo militar, así como su reparación y la provisión de servicios generales, hace que el aparato militar maneje una microeconomía que involucra importantes recursos.

Hoy esto está claramente desaprovechado.

El tándem política exterior/política de defensa no deja de ser un proceso inseparable, tal como lo entienden desde hace años Australia, Canadá, Brasil, Chile y Sudáfrica.

Debería delinearse una estrategia conjunta, capaz de identificar nichos de cara a las futuras oportunidades y amenazas que se le presentan al país, sobre una base selectiva, diferenciando nuestros deseos y nuestras posibilidades.

¿Cuál sería el valor de todo esto para Defensa?

Una política de defensa con objetivos de alcance más concretos, previamente seleccionados, audaces, dirigidos a disminuir la brecha existente entre lo "real" y lo "deseable" insertos dentro de la estrategia nacional, pero que a la vez sea incansable a la hora de demandar capacidades militares, navales y aéreas acordes, hoy claramente ausentes.

Sebastian Vigliero
(*) El autor es licenciado en Ciencia Política
miembro del Instituto de Seguridad y Asuntos Estratégicos (ISAE)
del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)

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