miércoles, 22 de agosto de 2012


COMPLICAN AL EJERCITO EN UN DELITO ECOLOGICO


En Salta se ha pro­du­cido un extraño caso mez­cla de indi­ge­nismo, eco­lo­gismo, estafa y polí­tica, que comienza a ser la comi­di­lla de quie­nes poco a poco    comien­zan a cono­cer las inti­mi­da­des de este pro­blema cali­fi­cado como          “pega­joso”. Lo curioso es que for­za­da­mente se invo­lu­cró al Ejér­cito, que ya    bas­tan­tes pro­ble­mas tiene para sobrevivir.
Hace poco tiempo atrás, el coman­dante de la V Bri­gada de Mon­taña con asiento en esa pro­vin­cia, gene­ral de bri­gada Emi­lio Jorge Luis Rodrí­guez, reci­bió la visita de un señor Car­los Ramos, viejo cono­cido de la zona, que se dedica a pro­mo­ver la defensa de los dere­chos huma­nos a tra­vés de una ONG indi­ge­nista. 
Si bien exis­ten comu­ni­da­des donde pre­do­mina la san­gre abo­ri­gen, en la loca­li­dad de Seclan­tas (en el valle cal­cha­quí) sus habi­tan­tes son “crio­llos”, que poco tie­nen que ver con los genui­nos y puros “pue­blos originarios”.
El pro­yecto de Ramos, com­par­tido por los mili­ta­res, forma parte de un gran nego­cio que en este caso se limita a la cons­truc­ción de vivien­das, tema que ha      deter­mi­nado que Ramos sea más cono­cido como “el Scho­klen­der de Salta” y no por su cas­tizo apellido.
Ramos es amigo de algu­nos que se lla­man “caci­ques” pero que desem­pe­ñan el ver­da­dero rol de “pun­te­ros polí­ti­cos”, tra­bajo que deja bas­tan­tes bene­fi­cios, sobre todo cuando se hace a favor del ofi­cia­lismo de turno. 
Tam­bién desa­rro­lla una buena amis­tad con otras per­so­nas que deben ser con­ven­ci­das para avan­zar en ope­ra­cio­nes comer­cia­les que sue­len ves­tirse como obras de bene­fi­cen­cia para pro­du­cir mejo­res rédi­tos y dis­fra­zar la ver­dad que está detrás de la ima­gi­na­ción y los bol­si­llos de los ver­da­de­ros ope­ra­do­res. 
En este caso, el escán­dalo que se inició con la visita de Ramos al jefe mili­tar ya ha sido bau­ti­zado como “las casi­tas de los alga­rro­bos negros”, árbo­les estos        últi­mos de un gran valor por lo que esta­ban pro­te­gi­dos para evi­tar su extinción.
El gene­ral Emi­lio Rodrí­guez reci­bió la orden de sus supe­rio­res y con el Bata­llón de Inge­nie­ros 5 habría des­mon­tado seis hec­tá­reas donde cre­cen abun­dan­tes alga­rro­bos negros que todos se empe­ña­ron en proteger.
El “empre­sa­rio” Car­los Ramos, invo­cando influen­cias en el gobierno nacio­nal y el acceso a cré­di­tos para el desa­rro­llo de este pro­yecto edi­li­cio, es amplia­mente cono­cido en la zona. 
Tiempo atrás, des­pués de haber logrado apoyo para  orga­ni­zar una coope­ra­tiva con el objeto de desa­rro­llar la explo­ta­ción de pimien­tos entre los pobla­do­res ele­gi­dos, ter­minó esta­fando a la gente. 
Cobra­dos los  pri­me­ros pesos, se hizo “per­diz” y resul­ta­ron inú­ti­les los esfuer­zos por encon­trarlo. 
Ahora apa­rece nue­va­mente preo­cu­pando a las auto­ri­da­des loca­les y provinciales.
Así las cosas, el sena­dor pro­vin­cial Maita (UCR) resol­vió efec­tuar con­sul­tas a dis­tin­tos orga­nis­mos nacio­na­les y pro­vin­cia­les a los efec­tos de reca­bar infor­mes ofi­cia­les sobre la via­bi­li­dad de pro­yecto. 
Muchos no con­tes­ta­ron toda­vía, pero sí lo hizo la direc­ción de Aguas del Norte, que dio una res­puesta taxa­ti­va­mente nega­tiva. 
Alar­mado, Maita pidió el apoyo del Senado pro­vin­cial, en tanto un atri­bu­lado gene­ral Emi­lio Rodrí­guez le pidió una audien­cia para seña­larle que, por orden de la “supe­rio­ri­dad”, tuvo que lle­var ade­lante el des­monte de los alga­rro­bos negros. 
Es decir, una depre­da­ción confesa.
Denun­cias de dia­rios loca­les y reunio­nes a nivel senado pro­vin­cial en los pró­xi­mos días podrían deri­var en otro escán­dalo polí­tico ins­ti­tu­cio­nal, seme­jante al de la Aso­cia­ción de las Madres de Plaza de Mayo, enti­dad pre­cur­sora en nego­cia­dos edilicios.
Pero la gra­ve­dad de este caso reside en el daño ambien­tal pro­vo­cado, que pone en evi­den­cia no sólo el no cum­pli­miento de una de las misio­nes del Ejér­cito, cual es la pro­tec­ción del medio ambiente, sino, por el con­tra­rio, la com­pli­ci­dad de la ins­ti­tu­ción en una posi­ble acti­vi­dad delic­tiva, como es el dete­rioro eco­ló­gico de la región.
Esta­mos ante un escán­dalo sobre el cual volveremos.

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