El desastre futbolístico en Ciudad del Cabo no se conforma con generalizar la desazón.
También está enrareciendo con intrigas la trastienda del poder.
El feliz retrato que los Kirchner compusieron con Diego Maradona y Julio Grondona al inaugurar, como si fuera un plan de asistencia social, el programa Fútbol para todos, iba a ser reproducido en 50.000 afiches por todo el país.
Ahora, después del 4 a 0, ese triángulo familiar está atravesado por enconos y por traiciones.
No sería grave si fuera sólo por un sobresalto emocional.
Pero el Gobierno pensaba librar en el frente futbolístico una de las batallas decisivas por su continuidad en el poder.
Los goles le darían a la política oficial ese encanto que ella, por sí sola, no consigue.
Se convertirían también en el insumo de varios negocios: desde la televisión digital hasta el desembarco en Telecom, pasando por las apuestas deportivas en Internet.
Ese master plan deberá ser repensado.
Que los Kirchner, que carecen de carisma, acudan al fútbol en busca de popularidad es bastante comprensible.
Días atrás, el diario The Wall Street Journal dictaminó que ellos se están recuperando, entre otras cosas, gracias al buen desempeño de la selección.
En la Cancillería estudiaban que la Presidenta hiciera una escala en Sudáfrica durante su viaje a China.
Y en la Casa Rosada buscaban una fórmula para evitar que, con ella en Pekín, fuera Julio Cobos quien entregara la Copa a Maradona.
Los Kirchner se habían imaginado a sí mismos en esa ceremonia.
Sería la foto del año.
Desde el sábado pasado, la Presidenta y su esposo sólo piensan en blindarse ante la onda expansiva del fracaso sudafricano.
Recién ayer encontraron un alivio en la multitud que recibió a la selección en gloria y majestad, a pesar del resultado.
Para el matrimonio no es sencillo tomar distancia del problema: además de convertir a Maradona en un ícono oficial, buscó a Grondona como aliado político-económico.
El puente con Maradona fue Alejandro Granados, el intendente de Ezeiza, agente inmobiliario de la CGT, y antiguo amigo de Grondona.
En su quinta, Maradona se refugió durante algún penoso trance de salud, y gracias a él, Kirchner logró que el futbolista se afiliara al PJ en un acto multitudinario, hace dos años.
Seis meses más tarde, Maradona era designado al frente del seleccionado. Aníbal Fernández quedó a cargo de esa nueva amistad de sus jefes.
Se notó en sus últimas emisiones de Twitter:
"Quedate, te banco a muerte", le mandó a decir al técnico.
Para una administración a la que, en la cancha del poder, le están haciendo demasiados goles, ese mensaje expresa un criterio general ante la derrota.
Fernández fue también el eslabón con Grondona cuando la AFA rompió el contrato con el Grupo Clarín, al permitir la estatización de las transmisiones.
El jefe de Gabinete aprovechó su estrechísima relación con José Luis Meiszner, ex presidente del club Quilmes e integrante del séquito de Grondona.
Meiszner es el padre del titular del Registro Nacional de Armas, a quien Elisa Carrió acusó de apañar a Martín Lanatta, presunto autor intelectual del asesinato del empresario farmacéutico Sebastián Forza.
La relación entre Grondona y el técnico de la selección fluctuó siempre de la simpatía a la animadversión.
Maradona ignoró a Carlos Bilardo, a quien la AFA le había impuesto como preceptor.
Prefirió que fuera Oscar Ruggeri quien visitara el plantel, desafiando a Grondona.
Ahora se discute cuál de los dos, si don Julio o Diego, es el culpable del desenlace de Sudáfrica.
Por las dudas, Grondona no regresará al país hasta que termine el campeonato.
Prefiere atornillar su poder internacional en la FIFA.
En cuanto a Maradona, tal vez la cálida recepción de ayer modifique su visión del futuro.
Las relaciones del Gobierno con Grondona están deterioradas desde antes de la derrota.
El presidente de la AFA tuvo que evitar en Johannesburgo el acoso de los enardecidos barrabravas, que veían cómo la policía local deportaba a sus cabecillas.
El ex presidente de Vélez Sarsfield, Raúl Gámez, denunció que esos hinchas están apadrinados por Fernández, la AFA y la Policía Federal.
"El Gobierno tiene características de ese tipo, de comprar mano de obra violenta para algunas marchas políticas", explicó.
Pero otros directivos sospechan que detrás de las repatriaciones se movió alguna mano oficial interesada en dañar a don Julio:
"¿Quién les marcó a los sudafricanos los muchachos con problemas?
¿No habrá sido la Federal?
¿Y quién maneja a la Federal?
¿No es Aníbal?".
Preguntas con cizaña de un dirigente de fútbol.
Los barrabravas
En este asunto es difícil separar las aguas.
Fernández es también el contacto entre la Casa Rosada y otro quilmeño, Marcelo Mallo, titular de la asociación de barrabravas Hinchadas Unidas Argentinas.
La exhibición de esta insólita ONG kirchnerista es otra secuela amarga del Mundial.
La Justicia detectó que la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) pagó varios subsidios a una empresa que, al parecer, produce trigo, pero que comparte domicilio con esa organización.
¿Es también Fernández el responsable por estas afinidades, o se deben a la relación de Mallo con Rudi Ulloa, el ahorrativo chofer de los Kirchner?
Más allá de adivinanzas, los platos rotos los pagó el camionero Pablo Moyano, a quien recurrían los barras en Sudáfrica para conseguir las entradas y viáticos prometidos por otros padrinos en Buenos Aires.
Moyano concurrió con un grupo de hinchas de Independiente, que llegaron en un avión de Aerolíneas Argentinas, la empresa que gerencia su amigo Mariano Recalde, y donde tiene base La Cámpora, agrupación que lidera Máximo Kirchner.
Es el hijo de la PresidentE, a quien Eduardo Duhalde señaló como gerente de varias "cooperativas de escrache".
Estos pases de facturas serán dentro de poco meras anécdotas, comparados con inconvenientes más costosos.
La amistad entre la Casa Rosada y la AFA era indispensable para activar algunas minas de oro que el oficialismo explora desde hace más de un año.
La más importante es la de las apuestas on line sobre resultados deportivos, que estudia Lotería Nacional.
La Coalición Cívica de Elisa Carrió ejerce en esta área una fiscalización casi solitaria.
El diputado Horacio Piemonte acaba de presentar un proyecto de ley prohibiendo esta nueva modalidad.
Pero muchos expertos explican que el favoritismo oficial hacia una empresa ligada a Cristóbal López en la licitación de la captura electrónica del juego forma parte de este plan de negocios.
La derrota del seleccionado es corrosiva para las relaciones entre los Kirchner y Grondona y, por lo tanto, para el negocio del oficialismo con el fútbol.
El Gobierno, como suele suceder con todos sus contratos, ha comenzado a atrasarse en el pago del canon que cobra la AFA por las transmisiones.
Son 600 millones de pesos por año, que salen del Presupuesto público -en general de la Anses- y resultan indispensables para los clubes.
Los dirigentes están inquietos porque deben descontar los cheques diferidos que reciben de Grondona.
Uno de ellos se confesó así: "Los Kirchner ya lograron lo que buscaban, que era dañar a Clarín y quedarse con la publicidad de los partidos para su propaganda política; ahora, como hacen casi siempre, usarán nuestra plata para otra cosa.
Lo mejor sería que Aníbal y Meiszner liciten el negocio para evitar dolores de cabeza".
Pero el convenio con la AFA está en el núcleo del sueño mediático de Kirchner y, por lo tanto, de su conflicto con Clarín .
El fútbol es el insumo más atractivo de la red televisiva con la que el Gobierno piensa acorralar a la industria del cable.
Para dar esa batalla en el conurbano, alcanzan los conversores que se distribuyen entre los beneficiarios de la asistencia social.
Pero para extender la guerra al resto del país se necesita el tendido de fibra óptica de las empresas de telefonía.
Así se explica la urgencia del esposo de la PresidentE por ingresar en Telecom.
Es un partido decisivo para su montaje político-empresarial.
Pero lo viene perdiendo por varios goles.
Carlos Pagni
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