El saliente -o a confirmar- técnico de la selección argentina, Diego Maradona, visitó Venezuela y observó atentamente a Hugo Chávez romper relaciones diplomáticas con Colombia, que había denunciado que la guerrilla de las FARC y del ELN colombianos se entrenaban en la república bolivariana, razón por la cual se convocó a reunión del Consejo Permanente de la OEA.
Si bien el diez miraba con cara de nada los anuncios, un rato más tarde se presentó en la Universidad San Carlos, donde se entregaban diplomas a estudiantes vestidos con toga y sombrero académico.
Allí se despachó con que es amigo de Chávez y Fidel, que obviamente apoyan el funcionamiento de las resacas de las FARC después de haber sido totalmente diezmadas por las fuerzas armadas de Colombia.
El embajador deportivo
El problema es que Maradona no sólo representa al fútbol argentino sino que está vinculado al matrimonio presidencial argentino.
Los Kirchner no podían estar cuando Chávez rompió relaciones diplomáticas con Colombia, más teniendo en cuenta que Néstor Kirchner es Secretario General de UNASUR.
Pero la presencia de Maradona demuestra que Néstor Kirchner estuvo presente a través de su embajador deportivo.
En cuanto a CFK, trataría de relativizar sus compromisos con Chávez por consejo de su flamante canciller, Héctor Timerman, quien no comulga con el eje Caracas-La Habana.
Todo esto no obsta la falta de ecuanimidad del Secretario General de la UNASUR, que mantiene la política confrontativa que utiliza en nuestro país con la lógica amigo-enemigo, que es la misma del eje caribeño, pese a que ahora intentará cumplir el rol de mediador.
Parecía que, después de la designación de Timerman, la Argentina tomaría distancia de los autoritarismos del Caribe.
Pero todo sigue igual
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