Los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo alcanzaron un brillo inesperado que sorprendió no sólo al gobierno sino a la ciudadanía en general y desbordó las expectativas de todos.
Los habitantes de la Capital y sus alrededores, en los tres días de festejos, se volcaron con alegría y entusiasmo, sin consignas partidarias ni ningún objetivo en particular a las calles, simplemente para celebrar los 200 años del primer gobierno patrio.
Algunos cálculos estiman la concurrencia en un millón y un millón quinientas personas.
Miles y miles de argentinos, familias enteras, se congregaron para participar y no estar ausentes en la fiesta patria.
Una movilización impactante, absolutamente pacífica.
Una verdadera fiesta popular, que sólo merece elogios por la organización de los eventos y por la conducta y comportamiento de la gente y por el cual todos los argentinos nos debemos sentir orgullosos.
Fueron tres días de fiesta con una enorme alegría ciudadana, en un clima festivo y con ausencia total de una atmósfera política, partidaria o de crítica hacia las autoridades, en donde predominó el celeste y blanco de la Patria sobre cualquier otra consigna.
Pero hoy, ya transcurridos unos días, calmados los ánimos, es necesario destacar algunos errores verdaderamente torpes e incomprensibles y decisiones groseramente negativas tomadas por la presidente, que pone en evidencia, o la incapacidad de su equipo de asesores, que no supo orientarla adecuadamente, o que su resentimiento, rencor y otras bajas pasiones la desequilibran emocional y racionalmente impidiendo adoptar decisiones sensatas y lógicas.
Simplemente enumeraremos los garrafales errores cometidos, ya que en los medios e internet fueron ampliamente analizados y descriptos:
• El desfile militar realizado, con cinco mil efectivos militares y de seguridad, el primero y mayor desde ya hace veinte largos años, no fue presidido por su Comandante en Jefe, como hubiera sido lo elemental y lógico, sino por el Jefe de Gabinete.
La ausencia de la presidente se intentó de justificar con una inconsistente, pueril y lamentable escusa, pese a que su presencia estaba señalada en la página web oficial.
Este hecho no hizo más que poner en total evidencia el divorcio entre el gobierno y los uniformados y el desaire y menosprecio inferido por la titular del Ejecutivo a los hombres de armas.
Ello constituyó un verdadero agravio no sólo para las FF.AA. y de Seguridad sino también para las delegaciones extranjeras.
• No se previó el desfile de alguna delegación de los Veteranos de Guerra de Malvinas.
Pese a que los Kirchner se llenan la boca hablando de Malvinas, los Veteranos no fueron invitados a participar en el desfile.
Afortunadamente una veintena de combatientes de la Gesta se metieron en el recorrido y desde adentro abrieron un hueco en las vallas, permitiendo el ingreso de otros que llevaban una gigantesca bandera argentina con la inscripción “Gloria a los 649 héroes de Malvinas” se integraron al desfile.
De más está decir que la gente vivaba a los combatientes con entusiasmo y lágrimas en los ojos, cantando la marcha de las Malvinas, y los alentaba con profunda emoción.
• La infantil y lastimosa pelea verbal de la presidente con Macri le dio un falso argumento para no asistir a la reinauguración del Teatro Colón.
El trasfondo de este tema es que Cristina temía una rechifla y abucheo en ese recinto.
Le faltó valor y agallas para estar presente, pese a ese riesgo, en ese evento tan importante.
Le faltó grandeza.
Pero no debería sorprendernos.
Siempre los Kirchner se aseguran de hablar en público ante auditorios propios.
• La lógica indicaría que el Tedeum del día del nacimiento de la Patria debería realizarse en el lugar tradicional en el cual durante toda nuestra historia se realizaron los Tedeums, pero mucho más en este día en particular, ya que los hechos, hace 200 años atrás, se realizaron en la Capital Federal, precisamente en el histórico Cabildo.
El kirchnerismo realizó el Tedeum de ese día emblemático en Luján.
Es fácil adivinar la razón.
Cristina no quiso enfrentarse y escuchar precisamente la voz de la razón y de la racionalidad de parte del sermón del Cardenal Jorge Bergoglio, quien se caracteriza precisamente por no tener pelos en la lengua.
• La presidente inauguró la Galería de los “Patriotas Latinoamericanos” en la planta baja de la Casa Rosada, que exhibe 34 retratos de los principales próceres de América Latina.
Inexplicablemente entre estos próceres se entronizó el retrato de Ernesto "Che" Guevara. ¿¿??
Como sabemos, este siniestro personaje fue uno de los principales factores de lucha que inspiraron la violencia y guerra fratricida en nuestro país.
Constituye un claro insulto a los miles de argentinos que fueron asesinados por la guerrilla castro-comunista en la década del 70.
Simplemente no se puede entender que este profeta del odio sea un "héroe" latinoamericano y comparta el mismo lugar que San Martín y otros prohombres de nuestra Nación.
• Como se aclaró en los primeros párrafos, los millones de ciudadanos festejaron con verdadera alegría los primeros doscientos años de nuestra Patria en un marco de asepsia política y prescindencia partidaria.
Constituyó una fiesta de los argentinos.
Pero, como no podía ser de otra manera, hubo unas pocas excepciones.
Una de ellas fue la reina Cristina, que demostró sus habilidades bailanteras y de cumbia villera, moviéndose al compás de la música de las murgas, luciendo un sombrero de copas con la inscripción “Kirchner presidente 2011”.
Patético y lamentable espectáculo el de “Nuestra” presidente meneándose en el palco oficial.
• Como no podían faltar sus clásicos discursos vacíos de contenido y llenos de errores, algunos verdaderamente graciosos: “…estamos mejor que cien años atrás…”,
¡Aleluya presidente, aleluya!
Tampoco sonó bien cuando Cristina celebró la ausencia de la Casa Real Española en el bicentenario:
“… por esas cosas de querer siempre parecernos a Europa y no ser nosotros mismos, latinoamericanos, habíamos traído como protagonista central de los festejos a un miembro de la Casa Real de España”, en alusión a la infanta Isabel.
• En la Cena del Bicentenario en la Casa Rosada, Cristina agasajó a 200 invitados de honor, entre ellos los mandatarios que habían concurrido a los festejos.
Como una verdadera señal de la división de los argentinos en la cual nos sumergió este gobierno, no fueron invitados los ex presidentes ni en el vicepresidente de la Nación.
Su consuetudinaria impuntualidad y desconsideración con el prójimo hizo que en la cena de gala faltasen, previa excusación, los presidentes invitados, excepto su “socio”, el inefable dictador venezolano.
Concluyendo, el gobierno vuelve a equivocarse al considerar que la masiva participación en estos festejos constituye un respaldo a su gestión de gobierno.
Nuevamente, inconsciente o maliciosamente, interpreta erróneamente la realidad y busca sacar rédito político de una falsedad.
Siempre presentes la mala fe y el engaño.
Pero el déficit más importante de estos festejos fue que nuevamente se perdió la oportunidad de cerrar la ventana a nuestro pasado de desencuentros y abrir la puerta al futuro y empezar en paz un nuevo centenario.
Pocos días antes, Cristina había anunciado que esperaba que estos festejos significasen el reencuentro de todos los argentinos para la búsqueda de un futuro mejor en una Argentina unida y solidaria.
Pero no hubo una sola palabra al respecto.
Demostró una vez más la mezquindad espiritual en mantener desunido a su pueblo a fin de servir a sus propios apetitos personales de poder.
¡Lástima!
Dr. Alfredo Raúl Weinstabl
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