Desde un tiempo a esta parte, concretamente desde el 2003,
cada vez que un funcionario de alguna jerarquía viaja al exterior, a su regreso
(casi automáticamente, como si fuera algo cuidadosamente programado) otro
funcionario declara públicamente que la gestión externa a cargo del primero "ha
sido un éxito".
Los medios oficialistas así lo registran para la historia, como
si efectivamente el éxito hubiera coronado la gestión.
Los corifeos aumentan el
"ruido" con la jerarquía del viajero; si se trata del primer mandatario ni que
hablar, las adulaciones son repetitivas y masivas.
No obstante, algunos
de nosotros estamos acostumbrados a no ser necesariamente crédulos y preferimos,
en la increíble era de las noticias electrónicas, leer –de primera mano– los
medios del exterior y escuchar sus campanas, con frecuencia muy distintas de las
que hacen sonar los gobiernos en las páginas de los medios que les son
solícitos, que son cada vez más.
Como a mediados de la década del 50,
cuando escuchábamos Radio Colonia o Radio Carve, que transmitían con otro prisma
desde la costa uruguaya, hoy podemos recoger información de todo tipo provista
por nuestros vecinos regularmente.
Por ejemplo, cuando para comprobar la manera
en la que la absurda política agropecuaria del gobierno ha beneficiado a
nuestros vecinos, encontramos la información fácilmente disponible en las
distintas crónicas y notas del excelente semanario oriental "Búsqueda", cuya
lectura recomendamos.
O en las páginas y titulares del tradicional diario "El
País".
Algo parecido ocurre ciertamente con los diarios trasandinos.
Y con los
del resto del mundo.
Por eso es siempre bueno leer lo que otros, fuera de
nuestro medio, piensan de nosotros.
De primera mano, por cierto.
Particularmente
en sus páginas editoriales.
Porque los afectados, nuestros gobernantes, nos van
a mostrar siempre una suerte de vida "vestida de rosa", sin problemas de ningún
tipo; gracias a ellos, nos dicen.
Todo bien, como síntesis.
Para esto el
gigantesco "multimedio" oficial, que todos –de una manera u otra–
pagamos.
En materia financiera y comercial, una Argentina que está cada
vez más aislada del resto del mundo y que no paga sus deudas al Club de París
(esto es a los Estados que le han prestado dinero) ni cumple los fallos o laudos
arbitrales que le son adversos ha provocado recientemente una serie de
comentarios –inusualmente duros– sobre nuestro país aparecidos en los medios más
respetados del mundo (como son el "Wall Street Journal" y el "Financial Times").
Ellos evidencian que la imagen externa de nuestro gobierno es francamente mala
y, por aquello de que "cuando el río suena agua trae", no pueden dejar de
tenerse en cuenta.
Un editorial reciente de "Bloomberg", el servicio de
información financiera que está en las pantallas de los que operan en el mercado
financiero en todo el mundo, del 4 de mayo, acaba de referirse a
nosotros.
En él se detallan los más recientes errores de nuestro
gobierno.
Uno a uno.
Pero se sugiere que, desde el exterior, no haya represalias
porque ellas serán, según el medio, contraproducentes y poco efectivas, desde
que fortalecerían a las autoridades en su escenario doméstico, facilitando su
"victimización" sobre la base de recurrir al nacionalismo.
De allí que se
aconseje "dejar que el trabajo lo hagan los mercados", a los que no se engaña
tan fácilmente.
Ocurre que España cortó las importaciones de
biocombustibles argentinos, la Unión Europea ha dejado de negociar con nosotros
una posible integración comercial, el Fondo Monetario Internacional ha cerrado
su representación en Buenos Aires, seguramente harto de leer las dudosas cifras
del Indec; Estados Unidos se opone en cada préstamo multilateral que gestiona
nuestro país y ha revocado sus preferencias arancelarias, etcétera.
Enojo
visible por todas partes, que está alimentando esas reacciones que el medio
entiende equivocadas.
Para "Bloomberg" el camino pasa por no tolerar las
transgresiones ni los acosos argentinos, actuando con firmeza en los organismos
multilaterales.
Y por exigir en cada caso las reparaciones que correspondan.
No
por las medidas directas.
Sucede, nos dice el medio, que nuestro gobierno se
parece a los Borgia.
La prueba está en que, de haber los Kirchner aplaudido a
rabiar las privatizaciones en 1993, ahora apuntan a nacionalizar todo lo que se
pueda.
"Bloomberg" agrega que la economía se va a ocupar de forzar una
corrección del "rumbo" actual porque, por ejemplo, la inversión externa,
desconfiada, simplemente no viene.
En rigor, ella es significativamente menor en
la Argentina que en Colombia o en Perú.
Señal clara de desconfianza externa.
Y
–peor– porque la fuga de capitales no se detiene, lo que es señal evidente de la
gran desconfianza interna.
Según "Bloomberg", el "castillo de naipes" que
hemos edificado habrá de colapsar por sus propias razones.
Lo que no
necesariamente –dice– es inminente sino que puede tomar algún tiempo desde que,
como admite el medio, nuestras instituciones democráticas están debilitadas, lo
que sugiere que hay un amplio margen para las manipulaciones.
Así nos ven
algunos.
Es bueno saberlo para poner todo en la balanza al tiempo de opinar y
juzgar, lo que nos dicen en casa y lo que de nosotros piensan afuera.
Después de
todo, esto –y no otra cosa– es ejercer el derecho a la información que, como
seres humanos, todos tenemos.
Gustavo Chopitea (*)
(*) Analista de Agenda Internacional
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