EL EMBUSTE KIRCHNERISTA ANTE LA PROTESTA SOCIAL
Tras los cacerolazos antikirchneristas de la semana pasada, los voceros del régimen y sus medios asociados sacaron a relucir y enfatizar tres “argumentos” concretos para tratar de minimizar o ridiculizar el tenor de dichas protestas.
a) Por un lado, los emisarios del gobierno esgrimieron el hecho de que estas manifestaciones no gozan de la misma convocatoria de la que se regodean los actos oficialistas (como si la numerología proselitista fuese fuente de verdad).
¿No saben los colaboradores del régimen que estos eventos son convocados por vecinos que acuden motu propio al salir de trabajar y no por aparatos organizados con propaganda, vianda, buses y punteros financiados por el Estado?
Resulta que el cacerolero opositor financia con su bolsillo su protesta y con sus impuestos los actos del kirchnerismo.
Pero si conforme se mofó el programa estatal “678” el número de interesados en una causa definiera la validez de un argumento o la legitimidad de una proclama:
¿le asiste la razón al diario “Clarín” por sobre “Página12” porque aquel vende medio millón de ejemplares por día y a este no lo lee ni Cristina?,
¿Jorge Lanata que en su ciclo sextuplica el rating de “678” tiene entonces seis veces mas cuota de verdad que la que poseen los alcahuetes que lucran en el canal estatal que nunca pasan los dos o tres puntitos de audiencia televisiva?
b) Otro asombroso razonamiento de los defensores de la corrupción estatal, consistió en tratar de subrayar que los caceroleros eran “gente bien” o de clase media (como si esto deslegitimara la protesta).
Pues bien, este testimonio clasista es un soberana imbecilidad, porque si nos ajustamos a esa lógica de inequívoco tono marxistoide, cabría concluir que estamos en presencia de una rebelión de las clases menos pudientes contra la rancia oligarquía gobernante, dado que ningún cacerolero, por buen pasar que pudiera tener, ostentaría la inconmensurable fortuna de los Kirchner, Boudou, De Vido, Timermann y de toda la camarilla de magnates y filibusteros que detentan el poder político.
C)
Finalmente, el silogismo de los pensadores rentados del oficialismo nos dice que estos cacerolazos no obedecen a ninguna motivación seria sino que es un snobismo o capricho con motivo y ocasión de las restricciones a la compra-venta de dólares.
¿Es acaso una superficialidad refugiarse en una moneda más confiable que la que imprime Vanderbroele y que además el Estado envilece con una inflación cuya gravedad el mismísimo Estado niega y miente?
Y si refugiarse en el dólar es un acto de frivolidad y no de supervivencia:
¿por qué la oligarquía que ejerce funciones en el gobierno “nacional y popular” tiene sus cuentas millonarias en dólares y en el exterior?
CONCLUSION
Nos llama la atención el contenido en exceso rudimentario de estos tres argumentos levantados por los portavoces regiminosos y nos surgen como contrapartida tres interrogantes:
¿a ningún pregonero paraestatal se le ocurrió fabricar algún mantra algo mas elaborado?; ¿acaso estos difusores argumentan con la misma solidez con la que votan?;
¿o será que con estos slogans alcanza y sobra como para conformar y darle letra a la muchedumbre que sufraga en favor del oficialismo?
Lamentamos inclinarnos por esta última posibilidad.
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