jueves, 27 de enero de 2011

UNA VERGÜENZA PARA EL REY CONSTANTINO EL GRANDE

RENGLONES AL MARGEN:

Una gran vergüenza vive, desde hace años, en todos los que pertenecieron a la Fuerza Aérea Argentina y que engalanaron la misma con su profesionalidad e idoneidad, honrando la estirpe de sus orígenes.

Me refiero a la institución que llenó de orgullo y laureles sempiternos a la Patria y produjo la admiración de América en su conjunto.

Destaco a esa Fuerza Aérea Argentina, aquélla que fue señera de sus hermanas de Sudamérica y más allá de ella.

Esa Fuerza Aérea fue formada con el espíritu bizarro de sus comandantes, de esos comandantes de verdad, nobles, honestos y soldados de pura cepa, que lamentablemente ya son un recuerdo.

La vergüenza insoportable de aquéllos que están vivos hoy los hace bajar la cabeza, con el enorme peso sobre sus espaldas que les pregunta

¿de qué sirvió?...

¿O en qué me equivoqué?

Hoy, la que fuera una institución admirada y querida por el pueblo argentino, quizás la más querida de las Fuerzas Armadas, ya casi no existe.

Está en estado de coma por abandono, indolencia, dejadez extrema y cobardía constatada.

La fuerza está al garete, sin conducción, intoxicada de sumisión y con brigadieres bisagra.

¿Cómo es posible que el Brigadier General Normando Constantino siga en su cargo, cuando es el representante absoluto de una de las peores gestiones de la historia aeronáutica?

Este señor, autor y cómplice no sólo del desmantelamiento del material sino del estado de anarquía existente, es tan ciego e ineficiente, que va a controlar un día domingo cómo está el Edificio Cóndor.

El miedo que acobija, desde el comienzo de su gestión, ante el más mínimo pedido o llamado de la ex ministro de defensa Nilda Garré, lo llevará como una cucarda durante el resto de su vida.

Será un paria cuando se le acabe la alfombra roja, pero quizás, en su soberbia innata, no lo note.

Además, es un mentiroso, porque le alteraba los hechos a la propia Garré sobre una situación funcional de cierta persona, cuando la misma le sacó las castañas del fuego en tres oportunidades.

Se podría hacer un careo… ¿verdad?

Con lo expuesto, finalmente, resultó ser un Judas uniformado.

Pero no lo hizo solo; lo acompañaba otro “desaparecido en retiro”, el Brigadier Alberto Maggi.

Pero Constantino, que paradójicamente tiene el mismo apellido que el famoso héroe de la historia, Constantino “el Grande”, pero que no le llega ni a la uña del dedo meñique del pie, tiene el “privilegio” de ser uno de los brigadieres más despreciados en lustros.

¿Se puede jactar de ser el “jefe” de la Fuerza Aérea?

Creo que hay que poner los naipes sobre la mesa.

No es nada, no existe.

Cuando un avión no tire, no habrá más Fuerza Aérea.

Y los aviones no tiran y tampoco vuelan, sólo se canibalizan.

Sumisamente se arrodilló, no para ser consagrado caballero -jamás lo será-; tampoco para aceptar una estirpe, porque nunca la tendrá.

Sólo la sumisión, que él confundió con subordinación, lo hizo tener una cintura para nada envidiable en los hombres de verdad.

Cualquier militar que se precie de tal hubiera presentado su renuncia al año de haber asumido.

Pero se ató al sillón (que habrá que cambiarlo), como la letra del tango, “como abrazado a un rencor”.

Pero cuidado, en esta vida, todo lo que sube baja.

No lo digo yo, fue Newton.

Constantino deja muchos heridos... y varios cómplices.

Creo que pronto también le caerá “el peso granítico de los archivos” y algo peor: el desprecio de sus subalternos que, hoy en día, ya lo ignoran por completo.

¿No les parece?

Carlos Nelson Recanatini B. (V.G.M.)
Comisario Mayor (R.A.)
Aviador militar de la reserva y
Jefe Sup. de la Policía de la Pcia. de Bs.As.


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